Buenas noticias en un pergamino ~Libre~

Sábado por la mañana. No había mucha gente en el Gran Comedor desayunando ya que era pronto, y la mayoría prefería dormir un poco más. Llegaron unas cuantas lechuzas con correo y para sorpresa mía, una lechuza que no conocía se posó delante de mi, tendiéndome un trozo de pergamino. Lo cogí y le di una migas de pan, que la lechuza cogió agradecida, luego echó a volar. La carta era de una discográfica a la que le había mandado una maqueta. Lo reconocí por el logo. Eran magos, pero trabajaban también en el mundo muggle. Era tan fácil engañar a esa gente... Estaba nerviosa, no sabía si quería saber lo que decía... Quizá me habían rechazado porque era estrepitosamente mala, o quizás... Me quedé mirando el pergamino, dubitativa.

Llegé al Gran Comedor muy temprano. Solía recibir las cartas de Edgar bastante pronto. La verdad es que estaban más dirigidas a mi hermana que a mí. Y ahora, posiblemente, no quisiera ni mirarme, le había ''defraudado''. Me daba igual si lo había hecho o no, pero era mi hermano, y no me gustaba la idea de pensar que cada vez que me lo cruzara, pusiera aquella cara suya de ''asesino''. Una lechuza entró al Gran Comedor y se posó sobre la mesa Slytherin. Reconocí la lechuza de Edgar, y fui hacia ella. Cogí la carta y ni siquiera la abrí. Se la daría a Isabelle si acaso. Pasé por al lado de la mesa de Ravenclaw, y vi a una chica que estaba mirando un pergamino con dudas.
-¿La vas a abrir o esperarás a que se termine el curso para hacerlo?
Pregunté algo bromista con la carta d emi hermano en la mano, sin abrir.

Me sobresalté un poco al escuchar una voz, que lo más probable era que me hablara a mi, pues la mesa estaba bastante vacía. Me giré para comprobar quien era y si era verdad que me hablaba a mi. De lo segundo no hubo duda cuando lo vi a mi lado. Y lo primero... Era Alexander. Para mi con eso había bastante. Éramos amigos, pero delante de los demás más bien pasábamos el uno del otro o discutíamos, así que se podía decir que éramos amigos en secreto.
-No sé si quiero saber lo que dice -comenté, volviendo a mirar la carta.

-¿Tú tampoco? Ya somos dos.
Anuncié mirando la carta de Edgar en la que ponía ''Isabelle y Alex''. Resoplé mirando la carta y volví a mirarla.
-¿Ha pasado algo?
Le pregunté con interés.

Volví a mirarle, fijándome en ese momento en el sobre que llevaba en la mano. Di unos golpecitos al sitio que había a mi lado para que se sentara. Estábamos casi solos en el Gran Comedor así que...
-Envié una maqueta a una discográfica, una de las mejores... Trabaja también el mundo muggle, y estaban buscando voces nuevas para hacer la banda sonora de una película muggle... -le expliqué.
Suponía que sin decir nada más entendería mi miedo.
-¿Y a ti que te pasa? -le pregunté, echando una mirada a la carta que tenía en la mano.

Me senté junto a ella y dejé la carta sobre la mesa.
-Pues tú tranquila que seguro que te cojen.
Dije con una sonrisa. Escuché su pregunta y cogí la carta levantándola levemente.
-Carta de mi hermano. Aunque ponga mi nombre seguro que está dirigida más bien a Isabelle... Y si escribe algo de mí, seguro que no es agradable.
Respondí sonriendo mirando la carta.

Sonreí un poco al esuchar lo primero que dijo. Al levantar la carta fijé mi mirada en ella y luego en Alex, escuchando sus palabras.
-Pues vaya... -comenté sin saber muy bien que decir-. No sé que decirte... ¿Pero desde cuando os llevais peor? -pregunté.
Quizá no había formulado bien la pregunta, o directamente no tendría que haber preguntado, pero ya estaba hecho, por lo que a una mala solo me quedaba pedir perdón.

Estiré mi brazo izquierdo y lo señalé con la cabeza.
-Desde que me uní...
Estaba apunto de decir ''desde que me uní a la brigada''. Volví a poner el brazo bajo la mesa. Me mordí el labio inferior con fuerza, tanta que creo que me hice sangre. Supuse que Alysa se imaginaba de que se trataba.

Vi como señalaba su brazo isquierdo con la cabeza y las palabras que dijo fueron suficientes para entenderlo.
-¿Tú también? -pregunté, sin esperar respuesta.
Nunca me lo había dicho directamente, pero lo sospechaba. Moví la cabeza negando un poco, no a lo que había hecho, sino a lo que acaba de preguntar yo, no quería que pensara que también le iba a juzgar.
-No voy a juzgarte por eso, eres mayorcito -declaré-. No lo hice con uno, no lo voy a hacer contigo -comenté, aunque no estaba segura de que él supiera que Cesar también se había unido a su misma causa.
Una parte de mi familia era más bien neutra, por decirlo de alguna manera, podía estar más de acuerdo en una parte que en otra, pero no tomaban parte en nada de lo que se hacía. Por otra, conocía la existencia de muchos seguidores de Voldemort cuando estaba... o incluso algunos que eran o habían sido mortífagos. Aunque pareciera raro para mi no eran tan malos esos ideales, simplemente algunas de las cosas que hacían no las compartía y yo no podría hacerlas, pero su manera de pensar era tan respetable como otras, a mi parecer, por eso no juzgaría a nadie que me confesara que se había unido a esa causa, a esa lucha...

Cuando me preguntó ''¿tú también?'' miré al suelo con seriedad. Después dijo que no me juzgaría, ya que tampoco lo hizo con uno. La miré sorprendido y asentí levemente. Me subí la manga un poco y dejé ver mi brazo izquierdo, en el que todavía no había nada. Despés me subí la manga hasta el codo, para demostrarle que no tenía ninguna marca.
-Todavía no soy nada. Solo estoy en la brigada. Y dentro de poco me harán la marca...
Me quedé en silencio unos instantes, mientras la miraba con seriedad. Miré mi brazo y me pasé la mano derecha por el.
-Si es que no deciden matarme. No sé cual de las dos es mejor.
Dije con sinceridad. No tenía muy claro si lo que hacía estaba bien, si algún día tendría que enfrentarme a mis hermanos... Y antes que tener que enfrentarme a Edgar o Isabelle prefería la segunda opción.

Sabía que se había sorprendido, y eso me hizo sonreír. Al notar su movimiento vi que me enseñaba su antebrazo: todavía no había nada. Descubrí la preocupación en sus primeras palabras. No sabía si realmente se podía ver tan claramente, o el tiempo que llevaba prácticando los poderes de shek me hacía tener más presente todos los sentimientos.
-Si no estás seguro de meterte ahí, ¿por qué lo has hecho? -le pregunté en un susurro.
En ese momento llego Anabelle, una chica de sexto curso de Ravenclaw, al Gran Comedor, me fijé en ella porque se estaba subiendo a la mesa, y enseguida pidió silencio. Entonces escuché lo que dijo y levanté una ceja, entre confusa y divertida. Entendí al momento que se debía tratar de una apuesta o algo, porque no paraba de reírse.
-A partir de ahora tendré más cuidado en lo que haga cuando esté contigo, no quiero que tengas ilusiones de estar conmigo -bromeé, lo suficientemente alto para que ella me oyera, cosa que no era difícil ya que estaba cerca.

Escuché la pregunta de Alysa, pero cuando iba a responderla, una chica Ravenclaw, subió a una mesa y preferí escucharla. Cuando dijo que le gustaban las chicas, tube que reprimir una carajada, ya que lo había soltado de una manera que provocaba gracia. En seguida se echó ha reir, y comprndí que era una broma o algo.
-Lástima, yo me hice ilusiones y todo.
Dije sonriendo. Después me volví hacia Alysa sin dejar de sonreir y miré a la mesa.
-Pues tal vez porque si mis padres hubieran vivido hubieran esperado eso de mí. Y porque no quiero que les pase nada a mis hermanos, porque ellos posiblemente, estarán en el punto de mira. Mi hermano por no ser mortífago, y mi hermana, porque tiene que elegir con quién estará.
Respondí sonriendo de medio lado.

Reí un poco al escuchar a Alexander, y seguía sonriendo ámpliamente cuando se giró hacia a mi. Al oír lo que dijo me puse algo más seria aunque sonreí un poco. Al escucharlo me había recordado mucho a mi hermano.
-Parece ser que son razones con bastante peso entre los mortífagos -murmuré.
Las últimas tres palabras las había dicho en un susurro tan bajo que solo Alexander lo había podido escuchar... y porque me había acercado un poco a su oreja al decirlo.

-Ya ves, parece ser que los mortífagos tienen corazoncito.
La palabra motífagos la dije en voz baja y sonreí.
-Y yo, aunque sea un borde, y ahora además de la brigada, no significa que no lo tenga.
Señalé casi riéndome.

Reí un poco ante lo que dijo.
-Eso no lo dudaba. Ni de ti ni de nadie -comenté-. Las cosas se hacen por algo, ¿no? Y aunque muchas veces lo queramos negar, y no lo aceptemos, o simplemente no nos demos cuenta, el corazón siempre tiene que ver... -dije decidida.
Aunque fueran ideas políticas o lo que fueran, para mi todo tenía que ver con el corazón, aunque fuera de manera más lejana. Era una conclusión a la que había llegado en una de mis transformaciones.

-Siempre tiene que ver.
Repetí a modo de contestación. Comencé a pensar en que pasaría si algún día me cruzara con mi hermano Edgar y con Isabelle, y me ordenaran que quitara de en medio a todos los que molestaran. No seria capaz de hacerlo. Preferiría mil veces antes estar torturado por un mortífago, que tener que matar a alguno de mis hermanos. Al fin y al cabo, lo hacía por ellos,¿no? Suspiré y me crucé de brazos.

Sobrevino un silencio después de lo último que dijo, asintiendo a lo que yo había dicho. Al parecer estaba de acuerdo conmigo. No había añadido nada más, no sabía que más decir sobre el tema, lo único era cambiar, pero me había fijado en que estaba pensativo, seguramente pensando en algo importante para él y no quise interrumpirle. A mi no me gustaba que me interrumpiera cuando pensaba en algo que era sumamente importante para mi y quería, y tenía, que entenderlo. Por lo que esperé a una señal, voluntaria o involuntaria, que me dijera que podíamos seguir hablando, ya fuera de ese tema u otro. Casi había olvidado mi carta hasta que la vi, y volví a mirarla, intentando ver que había dentro, pero sin atreverme a abrir el sobre.

Me quedé unos momentos más, pensando en las cosas que me harían si llegaba a desobedecerles. Miré hacia otro lado y vi que Alysa seguía mirando la carta. Sonreí de lado.
-¿La vas a abrir? ¿O prefieres quedarte en la duda para siempre?
Pregunté algo más alegre.

Le miré con algo de miedo en la mirada. Volví a mirar el sobre. Y volví a mirar al Slytherin. El sobre. Alexander. El sobre. Alexander... Así por lo menos diez veces hasta que al final suspiré profundamente y le tendí el sobre.
-Ábrelo tú, por favor. Estoy temblando -le dije.
Levanté la mano con la que no cogía el sobre para que viera como temblaba. No era exagerado, pero sí que se notaba.

La miré extrañado y con una mueca divertida en el rostro.
-Está bien.
Dije cogiendo el sobre. Abrí el sobre, y lo dejé sobre la mesa. Después, le eché un vistazo por encima, que duró unos segundos y le dí el papel a Alysa. Esperé a que lo leyera y le pregunte:
-¿Y bien?

Cogí el pergamino que me tendía Alexander después de haber abierto el sobre. Lo cogí con ambas manos, me quedé mirando el pergamino, pero en realidad no leía nada, no distinguía palabras, solo muchas letras juntas. Al volverle a oír levanté la vista.
-No lo he leído todavía... -murmuré.
Suspiré fuertemente y me puse a leerlo de una vez. No había razón para esperar más, fuera lo que fuera no iba a cambiar. Empecé a leer, y de repente...
-Oh... Por Merlín -conseguí decir en un susurro.
Me giré rápidamente hacia Alexander.
-¡Soy una de las elegidas! ¡Vas a hacerme una prueba en el estudio! -exclamé contenta, antes de abrazarle.
Aunque había más gente por allí y se suponía que nos llevábamos mal, o simplemente no nos llevábamos, por lo que se podía decir que éramos amigos en secreto, no me importó, estaba demasiado feliz en ese momento.

Cuando me abrazó me quedé realmente extrañado, pero la rodeé con mis brazos con una media sonrisa.
-¿Ves? ¿Qué te dije?
Murmuré sonriendo.

Le miré sonriendo, pero no contesté exactamente a su pregunta.
-Gracias -dije, antes de darle un beso en la mejilla.
Quería seguir leyendo... saber cuando iba a ser la prueba, cuantas personas quedábamos, pero mi vista iba del pergamino a Alexander, y no hacía más que susurrar:
-No me lo creo, no puede ser...

Me quedé algo sorprendido cuando me dijo ''gracias'' y después me dió un beso en la mejilla. Era extraño que alguien me abrazara y aun más que me diera un beso. Sonreí de medio lado, aun algo extrañado.
-Emmm... De nada. Me alegro de que te hayan aceptado.
Dije sin saber que decir en aquel momento.