La maldad [Emily Lestrange]

Me encontraba en la torre oeste de hogwarts, las vistas eran muy bonitas desde ese lugar, era de dia y los suaves rayos de sol me daban en el rostro. Hacia unos segundos que habia llamado a la joven Lestrange, una chica de confianza.

Ya había terminado de comer en el Gran Comedor y me encontraba en la habitación cuando resiví una llamada de mi Señor. Inmediatamente fuí a su encuentro.
Subí a la Torre Oeste y al entrar hice una reverencia, diciendo:
-Aquí estoy, mi Señor - esperé a que me permitiera levantarme mientras miraba para abajo.

Voltee mi mirada hacia ella, la joven de los Lestrange una chica bastante linda. Bien, por fin te veo la cara, iré directamente al grano. Cesar Bremmer como ya sabes es mortifago, se junta mucho con una tal Rose Weasley, quiero que me averigües todo lo que hagan… o todo lo que quieran hacer, pienso que trama algo y como sabrás las traiciones se pagan muy caras....

Lo escuché atentamente y grabé cada palabra en mi memoria. ¿Cesar? Claro que lo conocía, teníamos una relación bastante bipolar si se podría decir así, a el le daba igual lo que me pasara y el sentimiento era mutuo.
¿Rose? Oh, Dios, cuando mi Señor pronunció ese nombre suponían nada más que problemas.
Asentí cuando terminó de hablar, ya lo tenía todo claro.
-Por supuesto, mi Señor, haré todo lo que usted quiera, no lo defraudaré - sonreí apenas, de lado y esperé su respuesta.

Bien eso espero, no quiero que seas tan defraudante como cesar, je. Antes de irte ¿tienes algún tipo de dato jugoso que merezca la pena que yo lo sepa? Se queda esperando unos segundos a que a la joven chica le diera tiempo de responder.

¿Que yo sepa? ¿Un dato jugoso? Hmm, claro que tenía uno. Miré a mi Señor por unos pocos segundos y asentí elegantemente, con una sonrisa de lado.
-Claro que si, mi Señor - le miré y estuve a punto de preguntarle porqué el interés, pero qué más daba, eran sus asuntos y yo solo estaba para servirle - Por lo que dicen los alumnos de Hogwarts, Bremmer y Weasley ya sé "demostraron" su amor, si usted me entiende - terminé, mirándolo con cierta curiosidad, pero siempre bien disimulada - Lo siento, pero eso es todo lo que tengo por ahora, mi Señor - me disculpé e hice una pequeña reverencia.

Sonreí apenas.
-De nada, mi Señor, estoy para servirle - hice otra reverencia y esperé a que me permitiera salir, o a que me dijera otra cosa.

Bien ya puedes marcharte y recuerda menterme informado cada vez que averigues algo.... -se marcha-

Asentí y esperé a que el se marchara para yo también marcarme.