Pensando un poco (Maia Mathews)

Estaba caminando por el Bosque Prohibido pensando un poco en mis cosas. En Hogwarts no había ningun lugar en el que pudiera estar tranquilo, asi que, decidí ir al bosque, que no tenía nada de prohibido pero era complicado que alguien te encontrará. Me senté en un tronco del suelo y me quedé alli. Prefería no seguir andando, ya que había andado mucho y estaba algo cansado. Miré mi antebrazo izquierdo, donde me harían la marca de mortífago. Suspiré y me imaginé a mi mismo matando gente, lo que hacían los motífagos... No me gustaba la idea para nada, pero debía vengar la muerte de mis padres y no mataría inocentes si no era necesario... Pero eso no quitaba que haría cosas horribles de las cuales me arrepentiría más tarde.

Mi cabeza no estaba en el colegio en aquel mismo momento. Mis hermanos habían tenido que ir a casa porque algo importante pasaba y lo cierto era que me deba miedo que pasase algo grave y no quisiesen contarmelo. Echaba de menos a Alex, dado que era él quien me escuchaba cuando estaba mal y quien me hacía sonreir en esos momentos de bajón.
Caminaba sin rumbo fijo mientras mi mirada estaba posada en el suelo y mis manos en mis bolsillos. Pronto me di cuenta de que había llegado al bosque prohibido. Miré alrededor, ya no se veía la salida, pero poco me importaba eso. Continué caminando, cuando de pronto mi pierna se quedó atascada en una raiz, sin poder sacarla. Comencé a dar tirones, pero ésta parecía no querer sltarme. Me busqué la varita en los bolsillos, pero no estaba. Mierda... se me había caido. Miré alrededor buscando alguien, pero no vi a nadie, por lo tanto suspiré.
-¡Ayuda!
Grité, deseando que alguien me escuchase y que no fuera ningun centauro

Tenía la manga del jersey subida, justo cuando escuché a alguien gritar. Alcé la cabeza y me levanté automáticamente. Esperaba que nadie estubiera siendo atacado por un centauro. Aquellos bichos eran muy fuertes y rápidos. Corrí hacia el lugar donde se escuchaba el grito y vi a una chica.
-¿Qué pasa?
Pregunté al llegar, mirándola con preocupación y algo asustado. Aunque ella parecía estar bien.

Alcé la cabeza al instante, al escuchar la voz de Alex. Suspiré suavemente mientras le miraba con cara de angustia. Intentaba sacar mi pie de la raiz una y otra vez, pero éste parecía no querer salir. Al escuchar su pregunta señalé mi pierna, con cara de pocker.
-No puedo sacarla... ayudame
Murmuré. Era mi mejor amigo, estaba segura de que no me iba a dejar allí tirada.

Suspiré y saqué la varita. Apunté bien a la raíz, aunque era complicado, ya que su pierna estaba atascada alli. Apunté lo más alejado de su pierna, algo realmente difícil.
-¡Reducto!
Grité viendo como la raiz liberaba su pierna.
-¿Estas bien?
Dije preocupado.

Sacó su varita y apunto hacia la raíz, con cuidado de no dar en mi pierna. Suspiré una vez noté como la raíz me liberaba y saqué mi pie de allí, suspirando suavemente mientras me frotaba el sitio lastimado. Alex parecía preocupado, por lo tanto le sonreí.
-Tranquilo, estoy bien, gracias

Asentí y sonreí.
-De nada. Para eso estamos los amigos,¿no?
Dije agachando la cabeza y mirando mi brazo izquierdo. Pronto tendría la marca en aquel brazo y todos los que eran amigos míos, se volverían enemigos. Me pasé la mano por los ojos algo entristecido.

Sonreí suavemente ante lo que dijo y asentí con la cabeza, acercandome para darle un suave beso en la mejilla. Noté que estaba bastante triste, mirando su brazo y después pasandose la mano por los ojos. Le miré preocupada esta vez yo
-¿Qué te pasa? Sabes que puedes contarmelo
Murmuré, poniendo una mano en su hombro

Alcé la cabeza y la miré con una sonrisa, algo forzada.
-Nada, no me pasa nada... ¿Qué me tendría que pasar?
Pregunté finguiendo estar contento. Lo de finguir, para mí, era totalmente normal.

Alcé ambas cejas escuchandole, sabía que mentía, le conocía realmente bien. Suspiré
-Bueno, haré que me lo creo, pero no tendrías que mentirme a mi
Murmuré sin más, sonriendo de lado. Comencé a caminar hacia la espesura del bosque.
-¿Qué tal?

-Por el momento no muy bien.
Respondí mirando al suelo mientras comenzaba a caminar.
-Me gustaría no tener que mentirte pero la verdad no te gustará. Aunque quizás pronto lo sepas.
Dije encogiéndome de hombros. Me bajé la manga del brazo izquierdo.

Giré mi mirada hacia él escuchando lo que me decía. Me preocupaba el echo de que estubiese así, por lo que me paré y me puse frente a él.
-Si tarde o temprano me voy a acabar enterando, ¿por qué no me lo dices ya?
Pregunté casi en tono de súplica, no me gustaba verle de esa forma, y quizá si lo contaba se aliviase un poco. Le miré como una niña pequeña

Me miré el brazo izquierdo y suspiré.
-Dentro de poco tiempo seré mortífago.
Dije mirando a un lado.
-Ahora ya puedes alejarte de mí, que no te reprocharé nada. Total, dentro de poco todo el mundo estará contra mí.
Observé casi riéndome.

Escuché lo que dijo y me quedé más tranquila. Mi padre quería eso de mi, y mis hermanos ya lo eran, solo era cuestión de tiempo que yo también formase parte de ellos. Ante lo que dijo después rodeé su cuerpo con mis brazos, abrazandole suavemente.
-No me voy a alejar de ti, seas lo que seas y lleves la marca que lleves
Murmuré

La rodeé con mis brazos cuando dijo que no se alejaría de mí.
-Sí, pues te buscas al mejor de los amigos: futuro mortífago y asesino.
Susurré apoyando mi mejilla en su cabeza.

Suspiré al escucharle y le abracé mas fuerte.
-Bueno, ya somos dos
Murmuré. Él no sabía que mis padres querían que yo fuese mortífago, y tampoco sabía que mis hermanos lo eran.

-¿Tú también vas a serlo?
Pregunté sorprendido apartándome un poco de ella para poder mirarla a la cara.
-¿Estás segura? Una vez dentro no hay marcha atrás. Y ser mortífago, es ser algo más que eso.

Escuché su pregunta y asentí con la cabeza. Se separó un poco para mirarme a la cara y suspiré.
-Me da que tú tampoco estás muy seguro, pero imagino que nadie lo está al principio... mis hermanos lo son y mi padre quiere que siga el mismo camino... no puedo defraudarle
Murmuré

-No me termino de imaginar haciendo esas cosas... Matar gente, robar, secuestrar... Yo tenía elección, porque mis padres nunca me lo exiguieron. Sería porque era muy pequeño cuando murieron.
Suspiré y miré al cielo algo triste.
-Y fíjate, a Edgar se lo exiguieron, y se negó. Tú no tienes que hacerlo, todavía no estás dentro. Además, cuando lo eres... Todo cambia. Para tener que serlo y no tener remordimientos, tienes que tener las ideas claras, una familia que lo sea, y no tener amigos que puedan volverse contra tí...
Al final cerré los ojos dolorido.

Le abracé con fuerza mientras suspiraba, escuchando lo que decía, no era cierto, yo no tenía otra opción. O eran mis amigos o era mi familia... y sin Alex n o podría vivir. Tragué saliva suavemente y negué con la cabeza.
-No tengo otra opción.
Expliqué

-Está bien. Pero si te arrepientes, después no digas que no te lo dije.
Respondí separándome de ella y dándole la espalda mientras miraba al suelo. Ella no se volvería contra su familia, solo contra sus amigos que no eran mortífagos. Pero yo me volvería contra mi familia, contra Edgar, y quizás, contra Isabelle, quién no tenía las ideas claras. ¿Cómo podría ir contra mi familia? Contra mi propia familia, y todo eso lo hacía por ellos. Para protegerlos, para vengarme de la muerte de mis padres... Me tapé los ojos con las manos.

Escuché lo que dijo y como me soltaba, dandome la espalda. Algunas lagrimas calleron por mis mejillas. Él era el único al que le permitía verme así. Le abracé por la espalda, apollando mi mejilla en ésta. No dije nada, no sabía que decir

Sentí como me abrazaba por detrás y apoyaba su mejilla en mi espalda. Dejé que mis manos cayeran y suspiré.
-Perdona, es que soy un insensible.
Dije casi riéndome. Aunque en cierto modo, era cierto.

Suspiré sin soltarle mientras me secaba las lágrimas
-Pero yo te quiero como eres
Murmuré con una suave sonrisita

Sonreí ligeramente mientras miraba al suelo.
-¿Me quieres siendo insensible, borde, irónico y frío? Eres extraña,¿sabes?
Aunque sonreía hablaba con seriedad.